Inteligencia Artificial (IA), una mirada más allá de la superficie
¿Cuál es la primera imagen que se nos representa en la mente cuando pensamos en el término «inteligencia artificial»?
Probablemente sea la de un robot que ejecuta con rapidez tareas repetitivas, un chatbot1 como asistente para compras en línea, o incluso una computadora con el don de anticipar las necesidades del usuario.
Durante el siglo pasado, la IA se asoció con humanoides sensitivos que poseían inteligencia humana, pero más veloz, más eficiente e incapaz de juicios incorrectos o de cometer errores. Para nuestro entendimiento su aplicación en el mundo real, se basa en conexiones imaginarias entre el hombre y la máquina. El problema de esa obsesión con robots de forma humana es que se centra con mucha intensidad en las emociones o en fantasías de ciencia ficción, y pasa por alto las oportunidades más prácticas.
Inteligencia artificial y no artificial
Según el informe de PwC Sizing the Prize, la IA podría contribuir a la economía mundial con hasta US$ 15,7 billones para 2030, más que la producción actual de la India y China combinadas. De esa cifra, es probable que US$ 6,6 billones correspondan a mejoras en la productividad laboral, que representarán más del 55% del crecimiento del PBI mundial gracias a los avances de la IA entre 2017 y 2030.
Esos aumentos de productividad son consecuencia de que las empresas automatizan procesos al incorporar robots y vehículos autónomos, multiplicando su fuerza laboral existente a través de tecnologías de IA, y también de la creciente demanda de los consumidores derivada de productos y servicios personalizados y de mejor calidad.
El valor de la optimización
A pesar de nuestra capacidad para innovar e inventar nuevas tecnologías, en realidad la optimización no es un aspecto fuerte de los seres humanos. Sin embargo, cuando se la aplica a un proceso de negocios complejo, puede brindar mejoras importantes en términos de productividad, precisión y eficiencia. Ya se trate de intentar maximizar las ganancias, de la satisfacción del cliente o de reducir las consecuencias no deseadas de la ineficiencia o el derroche de materiales, la optimización es una herramienta poderosa para resolver problemas esenciales. En el futuro, tendrá un papel fundamental para ganar ventaja competitiva.
La optimización se orienta a buscar la mejor solución entre todas las opciones posibles, en un contexto dado y con las limitaciones de un problema específico. Cuando se combina con tecnologías de inteligencia artificial diseñadas para encontrar patrones en un enorme volumen de datos, las posibilidades son infinitas.
Entre las mayores fortalezas de la IA se encuentra la capacidad de automatizar procesos humanos y llevar a cabo tareas de modo más eficiente.
Transformará industrias como las de manufactura, logística y comercio minorista, desde asegurar que las cadenas de suministro estén operando de manera efectiva hasta fabricar productos a pedido según especificaciones del cliente. Los algoritmos de optimización también pueden preparar el terreno para el análisis prescriptivo, iniciando una serie de repeticiones que llevan a mejores resultados cada vez que se ejecutan.
Si bien la relación entre optimización e IA todavía se halla en una etapa naciente, ya está comenzando a revolucionar la manera en que se llevan a cabo operaciones de negocios complejas en todo el mundo.
Por qué la cuestión no es si los robots reemplazan a las personas
Las conversaciones sobre la IA suelen centrarse en torno a robots humanoides e interacciones entre máquinas y humanos, sin embargo, pasan por alto cómo lo que cambiará nuestro mundo es algo mucho más sutil.
La optimización, aunque tal vez no merezca ser el argumento de una película, generará nuevas eficiencias que igualmente harán cambiar a las industrias de manera categórica.
1 Un bot de charla o bot conversacional es un programa que simula mantener una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas a entradas hechas por el usuario. Habitualmente, la conversación se establece mediante texto, aunque también hay modelos que disponen de una interfaz de usuario multimedia.
Por Paulo Caratti, socio de PwC Argentina.
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